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19 septiembre, 2016

QUINTO DIA DE NOVENA



QUINTO DÍA DE LA NOVENA

MARÍA: LA MUJER QUE LLENA AL MUNDO DE ALEGRÍA DIVINA

AMBIENTACIÓN 

HOY PEDIMOS POR LAS INTENCIONES DE NUESTROS HERMANOS LAICOS DE MOYOBAMBA

Entre la gran crisis de valores y las crisis financieras, económicas y políticas, y tantas otras que podríamos ir nombrando, nuestro mundo relacional carece de las cosas más imprescindibles para valorar la vida como lo que es: el mayor don recibido, la alegría más grande en nuestro haber. Una de las cosas más evidente y contagiosa en nuestras sociedades “desarrolladas” es la falta de alegría.  La alegría es contagiosa cuando la tenemos, pero también lo es cuando carecemos de ella… Vivimos en sociedades deprimidas, agobiadas, estresadas; eso ya lo sabemos, lo vemos, incluso lo experimentamos. Lo que no es tan obvio es la manera de salir de este círculo opresivo del que no libera ni el tener, ni el poder, ni el disfrute material de las cosas, pocas o muchas que podamos poseer.
Hoy queremos mirar el rostro de María y pedirle la merced de su alegría. Necesitamos recuperar la alegría de vivir, para poder hacer frente, con elegancia física y espiritual, a todas esas cosas que nos están enturbiando nuestra existencia y la de nuestros hermanos/as. Desde esta primera hora de la mañana, de este quinto día de la novena a Nuestra Madre de la Merced, queremos suplicar, orar y pedir su intercesión por nuestra sociedad, en tantos casos, triste y deprimida. Y lo hacemos con una oración dirigida a ella por los miembros de nuestra comunidad de fe, desde hace generaciones. Oramos juntas, ante María:
Nuestra sin igual Madre y Protectora,
APLICACIÓN A NUESTRA REALIDAD

NOTICIA: VIRAL: La agonía no borró la sonrisa de esta carmelita, su último deseo conmueve las redes

BUENOS AIRES, 24 Jun. 16 / 01:00 pm (ACI).- La hermana Cecilia María partió al cielo luego de una dura lucha contra el cáncer. Miles han compartido en las redes sociales las imágenes de su agonía, un tiempo en el que nunca perdió la paz ni la alegría. Se graduó de enfermera y a los 26 años de edad hizo sus primeros votos como carmelita descalza, en el año 2003 hizo su profesión perpetua. Hace seis meses le diagnosticaron cáncer de lengua y la enfermedad hizo metástasis pulmonar. Murió el jueves 23 de junio en la madrugada. Tenía 42 años.
Vivía en el Monasterio de Santa Teresa y San José de Santa Fe, Argentina, dedicada a la oración y la vida contemplativa, tocaba violín y era conocida por su dulzura y permanente sonrisa. En un trozo de papel escribió su último deseo: “Estaba pensando cómo quería que fuera mi funeral. Primero poco de fuerte oración, y después una gran fiesta para todos. ¡No se olviden de rezar pero tampoco de celebrar!”
REFLEXION
Miremos como la hermana Cecilia imitando a María siempre mantuvo esa alegría hasta el último día de su vida. Es imposible pensar y ver a María como una mujer triste, atormentada, depresiva… ¿Acaso no creemos que ella es “la llena de gracia”? ¿Miente el enviado del Señor…? En la vida de la joven y de la mujer adulta de Nazaret, hubo, como en toda existencia humana, momentos de dolor, pero también de alegría, de gozo inmenso: la convivencia con sus padres, parientes y vecinos, su matrimonio con José, el hombre honrado y justo, el nacimiento de su hijo, el verlo crecer y hacerse un hombre amado y respetado por muchos…
Las alegrías y las penas equilibran la existencia de una persona que va madurando a través de las muchas circunstancias que llenan el día a día. Y la madurez humana encuentra su parangón en la madurez psíquica y espiritual. Miremos a María como modelo de persona curtida por el dolor y por el gozo compartido; una mujer en cuyo rostro resplandece la serenidad y el equilibrio, la certeza de saberse amada y salvada por Dios, su Salvador.
CANTO: “En el trabajo de cada día….” (Cancionero religioso, Nº 716)

 ESCUCHA DE LA PALABRA
Es tan común el hecho de centrarse en los dolores y sufrimientos por los que María pasó en su existencia, que ni siquiera la palabra fluida y la devoción afectuosa de nuestro beato Fundador escapa a esa lógica. Es muy fácil encontrar en sus sermones sobre María, la reflexión sobre sus penas y dolores; y muy difícil encontrar alguno que muestre, no solo los momentos felices, sino la felicidad que María sentiría y trasmitiría a cuantos la trataban. No obstante, el mensaje mariano del beato Juan N. Zegrí, puede ser profundizado e interpretado de muchas maneras, de forma que nos valga también para descubrir esa su intercesión por el mundo “que Dios ama” y, por tanto, también ama ella: condición humana gozosa, porque, las circunstancias de dolor no pueden destruir la esperanza que alegra el corazón creyente; y menos aún la esperanza de la Madre de Dios y Madre nuestra. Escuchemos el mensaje del padre Zegrí.
“En efecto, el amor de María a los mortales apenas se puede comprender porque es un abismo insondable. Cuando recordamos aquel sublime hágase que sus labios pronunciaron en la Encarnación del Verbo; cuando la contemplamos firme e inmóvil como una roca al pie del afrentoso suplicio de su amado hijo, aceptado, con celestial resignación, la pena más amarga que jamás tuvo madre alguna… Las expresiones siempre serán débiles para manifestar el excesivo amor que en su patrocinio nos dispensa nuestra celestial Madre, siempre será una verdad que esta protección es mayor que cuanto pueda comprenderse con el entendimiento humano… ¿Quién jamás imploró sus piedades y fue desamparado? (Sermones, p. 235).
Breve espacio de silencio
Reflexión (leída en forma pausada por una o dos monitoras)
María experimenta la alegría profética, la alegría a la que son invitados los hombres y mujeres justos de Israel. El “Xaire” ¡Alégrate!, es lo primero que aparece en el texto de la Anunciación: la invitación al júbilo, al gozo escatológico: "Alégrate, María..." Al que responde la exultación de María ante su prima Isabel: "Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador"(Lc 1,46). No es posible entender un momento sin el otro.

ACTO DE CONTRICIÓN
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

ORACIÓN PARA EL QUINTO DÍA
Señor, Padre amoroso y benignísimo creador nuestro, somos pecadores y por ellos merecedores de castigo en este mundo y en el otro, más por tu infinita misericordia, nos concedes un refugio seguro en la protección de tu Santísima Madre; continúa derramando sobre cuantos la veneramos como a Madre de Merced y Misericordia tus divinas bendiciones, para que, libres de los peligros de este mundo, lleguemos con su protección, al Puerto seguro de la Gloria. Amén.
(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)
Letanías espontáneas a Santa María de la alegría (Motivos para agradecer…)
-    Gracias Madre, porque nos das el consuelo y la alegría de saber que muchas familias viven en armonía, compartiendo la ternura, el amor, el respeto entre todos sus miembros
-    Gracias Madre, porque sabemos que todavía existen hombres y mujeres dispuestos a arriesgarse, a arriesgar su dinero y su bienestar, para crear puestos de trabajo dignos y estables, que ayuden a crear una sociedad más justa.
-    Gracias Madre, porque hay jóvenes creyentes que te miran como modelo de vida, que se esfuerzan en sus estudios y buscan entablar relaciones positivas y enriquecedoras, con jovialidad sincera, con entusiasmo, con honestidad…
-    Gracias por las personas ancianas que encuentran atención y compañía; por quienes, en el último tramo de su existencia, pueden descansar tranquilas, arropadas por el amor de su familia o de personas entregadas de corazón a ellas… (Otras)

ORACIÓN FINAL
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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