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23 septiembre, 2016

NOVENO DIA DE NOVENA



NOVENO DIA DE NOVENA

MARÍA, MUJER PROFETA

AMBIENTACION

EN ESTE ULTIMO DIA DE NOVENA TERMINAMOS PIDIENDO POR LAS INTENCIONES DE NUESTROS HERMANOS LAICOS DE LA CURVA
El profetismo, como la consagración o la mística, forma parte de nuestra condición de creyentes. Si vivimos nuestra fe en esas claves, nuestra vida será realmente una “consagración”, es decir: vivir unidas al único Santo que nos consagra: a Dios mismo.
Ser “profetas”, “decir a Dios” o “hablar de parte de Dios”, no es algo que se elija, sino que te elige; esa es la situación que viene narrada en las páginas bíblicas. El/la profeta es el ser humano abordado por Dios de manera sorprendente; una situación en la que la persona elegida es la primera sorprendida. Pero eso ya lo sabemos, quizás lo que nos falta es comprender el alcance de esta vocación y sentir de veras que formamos parte de este grupo de creyentes en los cuales el Espíritu se une a la Palabra, convirtiendo nuestras vidas en un testimonio vivo de aquello que Dios es: Merced redentora para el mundo que ha creado y ama sin medida.
Esta mañana, a pocas horas ya de vivir el gran acontecimiento festivo de nuestra familia mercedaria, acogemos la llamada a profundizar en la condición profética que nos identifica como miembros de una Iglesia que es, toda ella, lugar o espacio en el que la Profecía divina se expresa a través de la Palabra encarnada: Jesucristo Redentor.
El “Magníficat” que el evangelista Lucas pone en boca de María es un canto de gratitud dirigido a la Divinidad, a la vez que una proclamación de su compromiso ardiente con la historia. Esta será hoy nuestra motivación y la estampa que mantendremos frente a nuestra mirada orante y festiva, mientras nos preparamos para vivir mañana un tiempo de gracia lleno de novedad espiritual y de fortaleza carismática. Somos mujeres, como María, consagradas a vivir la vocación profética y todo lo que ella implica de mística intimidad con Dios y de entrega humana. Que Nuestra madre de la Merced interceda por cada miembro de esta Familia Mercedaria, hombres y mujeres que, mediante la profesión de los Votos o el vínculo carismático que nos identifica dentro de la Iglesia, quieren ser, como ella, merced para el mundo, caridad redentora para toda la Humanidad
Exposición del Santísimo

ESCUCHAMOS LA PALABRA
Monición a la lectura: (Gál 4,4-5)
 El texto de la Carta a los Gálatas pasa por ser, con toda probabilidad, la primera mención a María en los escritos neotestamentarios. En unas pocas palabras se dice, tanto la identidad: “una mujer”, como la misión de María: la que engendra y da a luz al Hijo de Dios. Toda su persona queda reflejada en este mensaje. A través “una mujer” Dios queda emparentado con su creación y con la historia. Es estremecedor sentir a Dios tan cerca, tan humilde, para hacernos tan grandes…
El profetismo de María, en la palabra del beato Juan N. Zegrí (Después de la lectura. Puede ser leído pausadamente por varias hnas.)
María es profeta porque:  “fue la dichosa criatura que más se aventaja en la imitación de Jesús”
María es profeta porque: “fue enriquecida por Dios con todas las virtudes y sublimada al más alto grado de santidad que puede hallarse en las criaturas”
María es profeta porque: “es la abogada de los pecadores, el arca misteriosa que llevó en su seno virginal al que venía a establecer la alianza eterna entre Dios y los hombres”
María es profeta porque: “… ella bebió también el cáliz de la mirra, y participó más que todos los hombres juntos de las penas del Redentor”
María es profeta porque: “Las cadenas de su amor le atan al pie de la cruz para que se asemeje a su hijo en la aflicción… [de la cruz, y la alegría de la resurrección].
María es profeta porque: Al igual que Débora encabeza el ejército de la victoria contra el mal y dice, de parte de Dios, a los que la dirigen: “Yo pelearé contigo”.
María es profeta porque: “…fue preservada de todo pecado por un privilegio exclusivo y propio suyo, el cual la hace singular y sin semejante en todos los siglos… Es la obra singular del Eterno, la novedad que el Señor se dignó colocar en la tierra”.
María es profeta porque “…fue concebida por un decreto consolador, llena de gracia sin la impresión de culpa; puesta en libertad sin haber sido esclava; hija de adopción sin serlo de ira. Sólo esta virgen purísima, con preferencias a todas las hijas de Adán, siempre sin mancha, siempre sin cadena… El esposo divino la llama su única paloma, su única esposa”.
María es profeta porque “… ella es la esposa de los Cantares que mejor que todas las criaturas juntas puede exclamar en medio de su gracia: “id a decid a mi esposo que yo me muero de amor”…Así es que en la plenitud de María se descubren misterios más fáciles de admirar que de ser explicados”.
María es profeta porque “Grande es el honor de María, el ser cooperadora de Dios en la Redención, que Dios apruebe todas sus acciones y que esté ligado a ella con los vínculos de innumerable beneficios. Por esto el ángel dice: “el Señor está contigo”.
(Tomado de los sermones marianos de nuestro Fundador)

Silencio orante (música de fondo)

Acto de Contrición              
¡Señor mío, Jesucristo!          
Dios y Hombre verdadero,   
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,y porque os amo sobre todas las cosas, 
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;       
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia    
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.       
Amén.

ORACIÓN PARA EL NOVENO DÍA
Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir pro la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.
(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)

SALUTACIONES
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María…
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...

ORACIÓN FINAL
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 


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