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15 septiembre, 2016

NOVENA A NUESTRA MADRE DE LA MERCED



“Merced” significa ante todo “Misericordia” y es un título en honor a la Virgen María que ha sido propagado de manera especial por los religiosos mercedarios.
Se dice que por el 1218 Nuestra Señora de la Merced se le apareció a San Pedro Nolasco y le reveló su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cristianos que estaban presos en manos de los musulmanes. Así se inició una gran obra que dio libertad a muchos cautivos.
“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel es decir, entre los cristianos, y serán signo de contradicción para muchos”, afirmó la Virgen a San Pedro Nolasco.
Cercanos a la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, que se celebra cada 24 de septiembre, aquí una novena a la Santísima Virgen María, Madre de misericordia.

NOVENA (DÍA 1º)

MARÍA, MUJER EXPERIMENTADA Y SOLIDARIA CON EL DOLOR DEL MUNDO

 Ambientación:
Tal y como dijimos al comienzo del día, este primer encuentro de preparación para vivir nuestra gran Fiesta mercedaria es una invitación a mirar el rostro de María desde los rostros sufrientes de todas las mujeres (y hombres) que hoy experimentan la tragedia de ver morir a sus hijos, para satisfacer los intereses de los tiranos de nuestro tiempo: los que actúa como señores de la tierra, los que acumulan riqueza con el tráfico de armas, de drogas, de personas…, manteniendo las guerras y los enfrentamientos entre los pueblos como una manera de sostener y aumentar el ritmo de producción y venta de armas. Pueblos enteros, como Sudán, Somalia o Etiopía, ricos en bienes humanos y naturales, pero empobrecidos por la explotación que las grandes potencias ejercen sobre ellos. Los medios de comunicación nos permiten ver el rostro de los hombres y mujeres a quienes les arrebatan lo único que poseen y lo que más aman: la vida de sus hijos e hijas. Pedimos a María, Madre de las Angustias o de los Dolores, conocedora de los más profundos dolores de la humanidad, que ponga sus manos sobre la vida de quienes sufren la misma tragedia que ella padeció, y necesitan afirmar su fe en un Dios que es la victoria absoluta sobre todo dolor, toda injusticia, toda violencia y toda muerte.
Canto: “Dolorosa” o “Hace falta María”
APLICACIÓN A NUESTRA REALIDAD
La imagen de la virgen de la Piedad no es solo una obra de arte cincelada en mármol y admirada en el centro de la cristiandad (El Vaticano), es la figura de la mujer palestina que llora a su hijo muerto, la de la mujer de Liberia, del Congo, de Guatemala, Nicaragua, México o Filipinas, que sufren cada día la cruz de la desaparición y la muerte de sus hijos o hijas…; pero también el rostro de una sencilla y santa mujer de pueblo, a la que la locura y la violencia de alguien, arrebata la vida al hijo/hija amado/a, rompiéndole las entrañas y la existencia toda. Hechos reales que, quienes sabemos de ese dolor a través de los medios de comunicación, “por oídas”, no tenemos ni la menor idea de lo que significa. No conocemos ese dolor por dentro… María tiene a su hijo (al Hijo de Dios), muerto sobre el regazo… la Piedad de Dios se manifiesta tanto en el hombre muerto como en la mujer que sostiene su cuerpo inánime. Son tantas las imágenes que tenemos de ese momento, nos resultan tan dolorosamente actuales, tan inquietantemente familiares…
Este primer día de la Novena tenemos ante nosotras el rostro de María, Madre Dolorosa, y en ese rostro vemos el de todas las madres (padres y hermanos/as) que sufren la pérdida de sus hijos e hijas, de la manera que sea, pero más aún si lo es de forma violenta, irracional, injusta (toda pérdida lo es)... Oramos por ellas y ellos.
A LA ESCUCHA DE LA PALABRA
Nuestro Fundador el Padre Zegrí contempla a María al pie de la cruz, con pasión. Con palabras como estas, que dirige en uno de sus primeros sermones, siendo aún un joven diácono de la Iglesia, incentiva el amor y la devoción del pueblo creyente a María:
“La criatura más llena de celestiales gracias, la abogada de los pecadores, el arca misteriosa que llevó en su seno virginal al que venía a establecer alianza eterna entre Dios y el hombre, la reina de los ángeles, de los patriarcas, de los mártires, de los confesores y de las vírgenes y, por último, la Madre de Dios, era justo que fuese la imitadora más exacta de su santo Hijo. Por esto ella bebió también el cáliz de la mirra, y participó más que todos los hombres juntos de las penas del Redentor. Por esto mereció ser elevada a la más alta dicha en la feliz visión de la divinidad y gozar de los eternos deleites que existen en la mano del Señor… Porque, ¿quién podrá pintar cuáles fueron los tristes asaltos de su corazón? Los gemidos, los sollozos, los torrentes de lágrimas, son expresión de un dolor común pero el dolor que experimenta María es una especie de agonía que abate todas las fuerzas y la priva aun hasta de los desahogos de quejarse. Es una agonía continuada que dilata su vida para que muera mil veces cada instante”. (Sermones, p. 24).
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.
Oración
¡Oh! Virgen Santísima de las Mercedes, Redentora de Cautivos y Reina de los cielos y tierra: Ante tu altar postrado, aquí estamos para solicitar tus auxilios y pedir tu bendición de Madre. No nos abandones. Ruega al Señor por nosotros y sigue ejercitando tu oficio de Patrona y abogada nuestra. Todo lo esperamos de Jesucristo en quien confiamos y de tu benigna y amorosa protección, que en tantas ocasiones nos ha librado del mal. Atiende a nuestra súplica y remedia la necesidad que en esta novena te presentamos. Amén.
(Se rezan tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea obtener)
REFLEXIÓN
-    Dios, elige una mujer de nuestra estirpe, de nuestro pueblo, para ser portadora de su gracia salvadora: (Jesucristo), pero no por ello la exime de padecer el dolor más profundo que un ser humano puede llegar a sufrir: ver a su hijo crucificado como un malhechor y recibirlo muerto en su regazo… No una vez, en el Gólgota, sino millones de veces, cada vez que un ser humano sufre la violencia de quienes creen estar por encima de toda ley, María es “Madre de las Angustias”.
-    El sufrimiento de María solo puede ser comparable al sufrimiento de Dios. Para el beato Juan N. Zegrí, María participó “más que todos los hombres juntos en las penas del Redentor” y es que solo quien está aferrado a Dios desde las entrañas, puede soportar el dolor del mundo y transformarlo en esperanza de Vida eterna, de generación en generación.
Silencio orante…
Lectura: Jn 19, 23-27
Silencio…
Canto: “Madre de los creyentes”
Oración final 
Acudimos a ti, gloriosa madre de misericordia, para implorar una vez más tu auxilio, pidiendo la conversión de los pecadores, la estabilidad cristiana de la familia, la paz de tus hijos y el descanso eterno de nuestros queridos difuntos. Ruega por todos, Virgen bendita de las Mercedes. Amén.
 LIBRES PARA PODER LIBERAR

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